PROGRAMA «HIPATIA»: MATEMÁTICAS PARA EL AULA INCLUSIVA.

«A mí no me preguntes, yo soy de letras»

¿Cuántas veces hemos oído o hemos dicho esta frase? Vivimos en una sociedad que ha crecido pensando que solo hay dos tipos de personas: aquellas a las que se les dan bien las matemáticas y otras a las que no. Así, como si el aprendizaje (e incluso el disfrute) matemático fuera una especie de don que hemos de tener la suerte de recibir cuando nacemos.

Pero si tomamos esta premisa como válida (y en esto de las premisas las matemáticas tienen mucho que ver), tendríamos que asumir que aproximadamente la mitad de la población tiene una dificultad específica con la matemática (ya que no la tienen con otras áreas). Desde el punto de vista de la propia combinación de nuestros genes en la evolución de la humanidad, y con todo lo que sabemos ya sobre neurodesarrollo, sabemos que esto es imposible.

De hecho, como explican Dehaene (2019) y muchos otros investigadores e investigadoras, existe un sentido numérico innato que compartimos con muchas otras especies y cuyas manifestaciones se pueden observar desde los primeros meses de vida. Llamarle «sentido» nos da la pista de cómo funciona, ya que, de manera similar al resto de nuestros sentidos, este sentido numérico nos hace percibir y comparar estímulos de cantidad de una forma casi innata, lo cual, junto con otras capacidades propias del pensamiento y el razonamiento humano, constituye la base para todo el desarrollo de la cultura matemática que vamos adquiriendo a lo largo de nuestras vidas.

Teniendo esto en cuenta, es fácil que la duda nos asalte: ¿qué está sucediendo para que tantas personas tengan la impresión de ser poco competentes en matemáticas? Si nuestros cerebros humanos están «prediseñados» para el aprendizaje matemático, tenemos que asumir que son las prácticas educativas las que condicionan que éste se produzca o no y los niveles en los que llega a desarrollarse.

Éste es el punto de partida del programa que os presentamos en este artículo y que lleva por nombre «Programa Hipatia. Matemáticas para el aula inclusiva», un programa que hemos comenzado este curso llenos de ilusión y determinación por mejorar el aprendizaje matemático y con un claro objetivo: conseguir que todos los alumnos accedan a un aprendizaje matemático competencial, que sea real y significativo.

El Programa Hipatia pretende fundamentalmente trabajar en el modelo de prevención de las dificultades de aprendizaje, tratando de romper esa dicotomía de «buenos y malos en matemáticas» e impulsando medidas educativas coherentes con la escuela inclusiva, que nos permitan desarrollar un continuo en la atención a la diversidad, poniendo el foco en ese porcentaje de alumnos que presentan de forma innata dificultades específicas este ámbito: los alumnos y alumnas con discalculia.

Pero para ello, también es muy necesario comprender qué es la discalculia. A grandes rasgos, podemos decir que las personas con discalculia son aquellas en que las que ese sentido numérico innato del que hablábamos se encuentra alterado, es decir, la discalculia es un trastorno del neurodesarrollo que hace que las personas que la sufren tengan una especial dificultad para la comprensión numérica y del cálculo. Es muy importante tener en cuenta que esta esta dificultad es bastante específica de este ámbito concreto de las matemáticas, porque las matemáticas son mucho más que cantidades y algoritmos, las matemáticas son geometría, estadística, azar, …., son observación, razonamiento, expresión…. Por tanto, si damos a un alumno discalcúlico las ayudas y estrategias para acceder a la numeración y el cálculo, podrá ser perfectamente competente en el resto de ámbitos y procesos matemáticos.

Esto supone prácticamente una cuestión de justicia social. Como educadores no se nos pasaría por la cabeza negar el derecho de alfabetización a nadie y sin embargo muchos alumnos pasan por la educación obligatoria sin desarrollar unas mínimas competencias matemáticas. TODOS, absolutamente todos, deberíamos acceder a esta «alfabetización matemática», no solo por la utilidad de los propios conocimientos matemáticos en el día a día, sino porque el pensamiento matemático es la base del pensamiento analítico y crítico, y este es un rasgo fundamental para ejercer nuestra ciudadanía y libertad, como explica maravillosamente Eduardo Sáenz de Cabezón en este vídeo que os recomendamos encarecidamente.

Ojalá nos sigáis acompañando en este maravilloso camino de «redescubrimiento» de las matemáticas y su didáctica, partiendo de las buenas prácticas que tantos y tantos maestros y escuelas ya están llevando a cabo, y ojalá también, como nosotros, os sigáis enamorando un poquito más de ellas y de su enseñanza, porque como dice Antón Aubanell, una de nuestras labores fundamentales como docentes de matemáticas es ser «generadores de emociones matemáticas», porque como ya sabemos, con emoción, el aprendizaje siempre es más y mejor.

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