LOS BLOQUEOS EMOCIONALES EN EL APRENDIZAJE DE LA LECTO-ESCRITURA

A propósito de la relación entre razonamiento y emoción, 300 a C decía
Aristóteles “No hay nada en la mente que no haya estado antes en los
sentidos”. Veintitrés siglos más tarde, en 1936, María Montessori, en su libro
“El niño. El secreto de la infancia” 1 , hablaba de las barreras psíquicas que
observaba en determinados niños, en los que la inteligencia y capacidad de
aprender se encontraba reprimida o apagada por influencias adversas de tipo
emocional que se concentraban en su interior. Ella insistía en que los maestros
debían conocer este hecho, pues afirmaba que eses tipo de niños se
convierten en sordos y ciegos psíquicamente y para el aprendizaje”.
El prestigioso neurocientífico J.E LeDoux explica que la amígdala -una
de las estructuras fundamentales del cerebro relacionada con las emociones-
responde a los estímulos antes de que lo haga la corteza cerebral. Dicho de
otra forma: las emociones parecen ir más rápidas que los pensamientos y la
consciencia de ellos y, de la misma forma, pueden llegar a demorarlos o
bloquearlos.
Por otra parte, se sabe que el desarrollo psicoemocional en la infancia
no es lineal, sino que pueden darse avances, paradas y retrocesos, en función
de las vivencias y devenires vitales y socioafectivos, y esto influye en la
receptividad y disponibilidad para los aprendizajes.
De esta circunstancia, además de la escuela, también rinde cuenta la
experiencia clínica. Sería por ello deseable que orientadores educativos y
profesorado tuvieran alguna preparación sobre nociones elementales que les
ayudaran a valorar el alcance que pueden tener dichas determinaciones, en
forma de bloqueo o de resistencia a los aprendizajes y a las relaciones
sociales.
Aprender a leer y a escribir tiene una importancia fundamental en la vida.
Constituye el aprendizaje de los aprendizajes, la puerta que permitirá la entrada
al saber y a la cultura. En su obra “Aprender a leer”, Bruno Bettelheim afirmaba
que “la lectura de alguna forma sella el destino, la carrera intelectual de una
persona” 2 . Por eso es muy importante el modo como los niños se inicien en la
lectoescritura, pues de ello dependerá su vinculación con el aprendizaje en
general y en gran medida determinará el concepto que se forjen de sí mismos.
Cuando la primera experiencia con este aprendizaje inaugural supone un
fracaso para el niño, por estar llena de tropiezos y dificultades, puede darse un
daño personal y académico más o menos perdurable, una falta de confianza en sus posibilidades como alumno, así como un rechazo a la escuela y a lo
que ésta representa. La escuela debería, por tanto, marcarse como propósito
fundamental contribuir a que los niños se inicien en las letras con una
vinculación positiva.
Pero, ¿qué alternativas pedagógicas encontramos para atender estas
circunstancias?
En el libro “Del punto a la escritura. Método PUNCOES 3”, los autores afirman
que “…en estos casos se hace necesaria una intervención educativa y
didáctica que se dirija en primer lugar al propio niño, con el objetivo de ayudarlo
a salir de aquella actitud derrotista y desmotivante que podría haberse
convertido en el mayor obstáculo frente al aprendizaje de la lectoescritura”.
La maestra debe proceder con creatividad y dulzura con el niño que
rechaza, o se resiste a la letra escrita, provocándole el descubrimiento de que,
al principio, no hacen falta las letras para escribir, y el gusto de comprobar que
leer y escribir también es algo posible para él. La clave de esta maniobra está
en una propuesta de juego simbólico semiestructurado, y en la destreza del
educador para obtener el beneficio pedagógico perseguido de ese juego.
Las ventajas de esta metodología son:

  • Simplificación. Niños y educadores experimentarán que para comenzar
    a leer y escribir no es preciso el conocimiento de las letras alfabéticas ni
    la realización de sus grafías. Vamos a comenzar escribiendo solo con
    puntos de colores de su elección.
  • Motivación. Los niños podrán acercarse a la letra escrita desde la
    motivación y la curiosidad, y no desde el miedo, la incapacidad o el
    rechazo.
  • Respeto y adaptación. Es una escritura consentida, el niño escribe con
    sus propios signos, los puntos que él ha creado y que se refieren a su
    mundo más íntimo. Respeta los diferentes ritmos evolutivos y su mundo
    emocional, y parte de lo que el niño sabe y puede hacer.
  • Acompañamiento. Y vamos a acompañar, porque también el maestro o
    maestra aprenderá a escribir y leer aquellos grafemas mediante los que
    se representan palabras que nombran el círculo personal más próximo
    del niño (madre, tal vez padre y hermanos…). El maestro será el guía y
    acompañante del niño en el descubrimiento de la escritura. Habrá que
    tomarlo de sus letras, de sus palabras escritas, para llevarlo hasta las
    nuestras.

Y de esta forma, llevando al niño desde el dictado de los puntos con los que
haya representado a las personas más relevantes para él emocionalmente, le
irá llevando al empleo de toda la normativa de la lecto-escritura, tendiendo un
puente que rescate al niño descolgado de los aprendizajes y que lo reconcilie
con sus posibilidades como alumno.

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(1) MONTESSORI, María, El niño, el secreto de la infancia. Montessori-Pierson Publishing
Company, 2015
(2) BETTELHEIM, Bruno; ZELAN, Karen, Aprender a leer, Edit.Crítica, 2015

(3) Martínez Miralles, Concepción; Hernández, Gabriel, Del punto a la escritura: Método Puncoes” Edit. Horsori, 2023.

Concha Martínez Miralles
Orientadora educativa EOEP Dificultades de Aprendizaje y TDAH

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